En los últimos años del siglo XX España pasó de ser un país con importantes movimientos de población interiores y hacia el exterior, a convertirse y consolidarse como país de inmigración, receptor de mano de obra extranjera.
Citando a J. F. Tezanos ("Causas y tendencias de los procesos migratorios de nuestra época. La migración como fenómeno social global", 2008) “en pocos años se ha pasado de una población formada básicamente por europeos jubilados ubicados en zonas turísticas y de clima benigno, a una población de inmigrantes laborales procedentes de países poco desarrollados y ubicados en diferentes zonas con mayor ritmo de crecimiento económico”. Y la importancia del estudio es aún mayor cuando expone este autor que “en el período 2002-2005 España se convirtió, tras Estados Unidos, en el segundo país del mundo en el promedio anual de inmigrantes acogidos, y en el primero en lo que se refiere a la proporción que éstos representan respecto a la población de origen”.
Hablando ahora de las nuevas tecnologías, y en especial de internet, esta se a convertido para la población inmigrante en uno de sus más preciados servicios en el país en el que es acogido, pues es una de las herramientas que le acerca a su lugar de origen. Las prestaciones que ofrece internet son pues muy valoradas entre la inmigración, por ejemplo, el contacto con sus seres queridos mediante las redes sociales , video llamadas, que son mucho más económico que mediante el teléfono, además se informan de las noticias sobre su país, e incluso para comprar mediante la red, pues este colectivo es uno de los que más lo hacen. Y no hay que olvidar que internet además aporta al inmigrante una mayor integración del nuevo país, pues aprende el idioma y la cultura a través de la red.
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